La antigua especie de tortuga ‘Turtwig’ descubierta después de resolver el misterio de los fósiles

La antigua especie de tortuga ‘Turtwig’ descubierta después de resolver el misterio de los fósiles

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Los fósiles de plantas antiguas que desconcertaron a los científicos resultaron no ser plantas después de todo, según ha revelado una nueva investigación.

En cambio, las pequeñas formas redondas con motivos de hojas fueron en su día caparazones de pequeñas tortugas que vivieron en la época de los dinosaurios. Los científicos han apodado a la especie de tortuga “Turtwig”, lleva el nombre de un personaje Pokémon que es mitad tortuga y mitad planta.

Según los autores del estudio, el descubrimiento marca la primera vez que se encuentran caparazones de tortugas bebés en el noroeste de América del Sur.

Los resultados de su investigación fueron publicados el jueves en la revista. Paleontología Electrónica.

«En el universo Pokémon, te encuentras con el concepto de combinar dos o más elementos, como animales, máquinas, plantas, etc.», dijo el autor principal Héctor Palma-Castro, estudiante de posgrado en paleobotánica de la Universidad Nacional de Colombia, en una declaración.

“Entonces, cuando tienes un fósil que inicialmente fue clasificado como una planta y luego resulta ser una tortuga bebé, inmediatamente te vienen a la mente algunos Pokémon. En este caso, Turtwig, una pequeña tortuga con una hoja adherida a su cabeza.

Pero fue necesaria algo de investigación para resolver este misterio paleontológico que comenzó hace décadas.

Todo comenzó cuando el sacerdote colombiano Padre Gustavo Huertas descubrió fósiles en la Formación Paja. La formación es parte de uno de los sitios del patrimonio geológico de Colombia llamado Marine Reptile Lagerstätte. de Ricaurte Alto.

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Los descubrimientos fósiles anteriores en el sitio incluyen dinosaurios, plesiosaurios, pliosaurios, ictiosaurios, tortugas y parientes de los cocodrilos llamados crocodilomorfos que datan del período Cretácico Inferior, hace entre 113 y 132 millones de años.

Huertas recolectó fósiles y rocas en el sitio, cerca del pueblo de Villa de Leyva, entre los años 1950 y 1970. Cuando encontró las rocas con forma de hojas, las consideró una planta fósil. Huertas pasó a describir los especímenes como Sphenophyllum colombianum en un estudio de 2003.

Pero otros científicos se sorprendieron al saber que la planta fue descubierta en el norte de América del Sur y que data de hace entre 113 y 132 millones de años. Según los registros fósiles, la planta ahora extinta, que alguna vez estuvo extendida por todo el mundo, se extinguió más de 100 millones de años antes.

Investigaciones anteriores sobre la planta habían demostrado que sus hojas típicamente tenían forma de cuña con venas que irradiaban desde la base de la hoja.

La edad y ubicación de los fósiles intrigaron a Palma-Castro y Fabianiy Herrera, curador asistente de paleobotánica en el Centro de Investigación Integrativa Negaunee del Museo Field de Historia Natural de Chicago.

Herrera colecciona y estudia las plantas de Período Cretácico Inferior (Hace 100,5 a 145 millones de años) en el noroeste de América del Sur, una parte del continente donde se realizan pocas investigaciones paleobotánicas.

Ambos fósiles, de aproximadamente 5 centímetros (2 pulgadas) de diámetro, se encontraban en colecciones del departamento de geociencias de la Universidad Nacional de Colombia. Mientras Herrera y Palma-Castro examinaban y fotografiaban los fósiles, pensaron que algo parecía extraño.

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«Cuando lo miras en detalle, las líneas que se ven en los fósiles no parecen las venas de una planta; estaba seguro de que lo más probable es que fueran huesos», dijo Herrera, el autor principal del estudio, en un comunicado.

Herrera se puso en contacto con su colega Edwin-Alberto Cadena, profesor titular y paleontólogo que estudia tortugas y otros vertebrados en la Universidad del Rosario en Bogotá, Colombia.

«Me enviaron las fotos y dije: ‘Definitivamente parece un caparazón’: el caparazón superior óseo de una tortuga», dijo Cadena, uno de los coautores del estudio, en un comunicado. “Dije: ‘Bueno, esto es extraordinario, porque no solo es una tortuga, sino que también es un espécimen recién nacido, es muy, muy pequeño’”.

Cadena y uno de sus alumnos, Diego Cómbita-Romero de la Universidad Nacional de Colombia, compararon los fósiles con los caparazones de otras tortugas extintas y modernas.

“Cuando vimos el espécimen por primera vez me quedé asombrado, porque el fósil carecía de las marcas típicas en el exterior del caparazón de una tortuga”, dijo en un comunicado el coautor del estudio, Cómbita-Romero. “Era un poco cóncavo, como un cuenco. En ese momento nos dimos cuenta de que la parte visible del fósil era el otro lado del caparazón, estábamos mirando la parte del caparazón que está dentro de la tortuga».

Al analizar los caparazones, los investigadores determinaron que las tortugas tenían como máximo 1 año cuando murieron.

A medida que las tortugas jóvenes se desarrollan, sus tasas de crecimiento y tamaño pueden variar, dijo Cómbita-Romero. Pero es raro encontrar restos de tortugas jóvenes porque los huesos de sus caparazones son muy finos.

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«Estas tortugas probablemente eran parientes de otras especies del Cretácico que medían hasta cinco metros de largo, pero no sabemos mucho sobre cómo crecieron hasta tamaños tan gigantes», dijo Cadena en un comunicado.

Los investigadores no culparon a Huertas por clasificar incorrectamente los fósiles como plantas. Lo que él creía que eran hojas y tallos eran las vértebras y las costillas dentro del caparazón de una tortuga.

“Hemos resuelto un pequeño misterio paleobotánico pero, más importante aún, este estudio muestra la necesidad de reestudiar las colecciones históricas en Colombia. El Cretácico Inferior es un período crítico en la evolución de las plantas terrestres”, dijo Herrera.

Luego, el equipo de investigación pretende descubrir los bosques que alguna vez crecieron en la región, dijo.

“En paleontología, la imaginación y la capacidad de asombro siempre se ponen a prueba”, dijo Palma-Castro. «Descubrimientos como estos son realmente especiales porque no sólo amplían nuestro conocimiento del pasado, sino que también abren una ventana a las diferentes posibilidades de lo que podemos descubrir».

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