(Bloomberg) – Algunos años de historia están grabados en la psique colectiva de una nación o continente. Pocos tienen resonancia mundial, independientemente de la ubicación, la política o las circunstancias económicas.
Desde la pérdida de vidas, más de 1,6 millones y más, hasta la pérdida de medios de vida, la mayoría de nosotros miraremos hacia el 2020 a través del prisma de una pandemia cuya devastación aún continúa.
La mayoría de la gente nunca había escuchado las palabras “coronavirus” y “Covid-19” a principios de este año. Ahora son parte del lenguaje cotidiano de todos, desde el escolar más joven hasta el jubilado más vulnerable.
La pandemia ha interrumpido la forma y el lugar en que trabajamos, viajamos, aprendemos, amamos y socializamos. Se fomenta el espíritu comunitario, pero también ha generado resentimiento, culpa y teorías de conspiración, ya que ha tensado los sistemas de salud y cerrado las fronteras nacionales.
En los Estados Unidos, este también fue un año en el que las fallas existentes quedaron más expuestas, en particular las de raza y desigualdad que enfrenta el movimiento Black Lives Matter. Las imágenes de calles, carreteras y aeropuertos vacíos a veces han sido reemplazadas por escenas de protesta. La máscara de la unidad en un mundo que enfrenta una infección mortal se desvaneció y las tensiones resurgieron una y otra vez.
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