Rafael (no es su nombre real) es un gran nerd de Internet. A sus 59 años, está activo en las principales plataformas de redes sociales, incursiona en las criptomonedas e incluso se autodenomina un influencer.
Pero eso no es todo lo que hace en línea.
Rafael también es parte de un grupo de venezolanos pagados por el estado para tuitear propaganda.
Dedica al menos 30 minutos al día a publicar contenido a favor del gobierno. “El objetivo es amplificar la información que el gobierno publica en Twitter”, explica.
Todos los días, el Ministerio de Comunicaciones de Venezuela tuitea un «hashtag del día», que se repite no sólo en informes de funcionarios electos y simpatizantes del Estado, sino también en «tropas digitales» como Rafael, a quienes se les paga para compartir la propaganda. “Hay que espaciarlo para evitar que se bloquee. Hago unos 100 por la mañana y otros 100 por la tarde”, afirma.
“La idea es mantener una narrativa colectiva. La lucha contra el enemigo. [the West] todavía existe”, explica el profesor. Félix Seijas de la Universidad Central de Venezuela.
Esta narrativa es anterior a las redes sociales y es típica de la ideología del chavismo de izquierda, que se hizo popular bajo Hugo Chávez, mentor y predecesor del actual presidente, Nicolás Maduro.
En 2018, Rafael encontró un tuit con un hashtag que no tenía sentido para él. “Le pregunté a la persona [who had written the tweet] de qué se trataba y me habló de las recompensas.
BBC Trending ha visto algunos grupos privados que operan en Facebook y Telegram, con entre 700 y 3.000 miembros, que comparten el último hashtag para animarse mutuamente a twittear.
No todos los participantes se unen a grupos como este, pero Rafael juega un papel activo en uno.
Aunque a menudo comparte contenidos de apoyo al gobierno, no lo apoya debido a los arrestos arbitrarios, expropiaciones, salarios insuficientes y «falta de carisma» de Maduro.
Dice que sólo tuitea sobre los incentivos pagados, pero se queja de que son demasiado bajos.
Como guardia de seguridad para una empresa privada, Rafael gana el equivalente a 80 dólares (65 libras esterlinas) al mes. Con los 10 dólares adicionales que gana al mes por tuitear, puede comprar pequeñas cantidades de harina, aceite, arroz o incluso tiempo aire para su teléfono celular.
A primera vista, la información que amplifica parece inofensiva, pero los expertos en desinformación y los analistas políticos venezolanos la ven como parte de una estrategia más amplia para reprimir la libertad de expresión.
Adrián González, fundador de Cazadores de Fake News, un sitio web que desacredita la desinformación venezolana, dice que el gobierno está utilizando propaganda “para neutralizar información que no pueden controlar” en un intento de influir en la percepción pública en línea.
Una forma de hacerlo es ahogar el ruido de sus críticos, particularmente en Twitter.
Marivi Vázquez, de ProBox, una ONG que lucha contra la desinformación en línea en América Latina, dice que el propósito de utilizar «tropas digitales» como Rafael es alterar el algoritmo «de tendencia» contaminándolo con mensajes progubernamentales.
“Esto es muy peligroso porque cuando ves las tendencias y ves que la mayoría de los hashtags supuestamente apoyan al gobierno, es difícil saber qué está pasando realmente en el país”. (BBC)
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